Foto obtenida de Pixabay
Seguramente te pasó de ir caminando por la calle y al escuchar una melodía, tus pasos comenzaron a seguir el ritmo de la música.
Es que la música tiene ese efecto en nosotros.
Este efecto se expresa a través de golpeteos de los pies y dedos, a través de movimientos de la cabeza o balanceo del cuerpo y tiene su manifestación máxima en el baile.
La sincronía con la música (coordinar los movimientos con el ritmo de la música) no se logra hasta una etapa preescolar y se va perfeccionando en etapas más avanzadas. Es por eso, que los estudios concluyen que la habilidad del baile es una habilidad adquirida, no innata.
Pero lo que se descubrió es que nuestro cuerpo se va preparando desde edades muy tempranas para lograr esta sincronía.
Un estudio logró registrarlo
Marcel Zentner de la Universidad de York, en Reino Unido, y Tuomas Eerola de la Universidad de Jyväskylä, en Finlandia, estudiaron el comportamiento de 120 niños de 5 a 24 meses de edad ante diferentes estímulos musicales e instrumentales y los compararon con la respuesta a grabaciones de adultos hablando.
Los bebés, a upa de su mamá o papá, escucharon fragmentos de Eine Kleine Nachtmusik de Mozart, Carnaval des Animaux de Saint-Saëns y el sonido de un tambor isócrono, y, luego, se comparó la respuesta que tuvieron mientras escuchaban dos grabaciones, una en su idioma, de un adulto contando un cuento infantil y otra en idioma extranjero (inglés) para eliminar el significado de las palabras y aumentar la “musicalidad” del habla.
Los movimientos fueron captados a través de la combinación de videos y de tecnología de captura de movimiento en 3D.
¿Y qué descubrieron?
En este estudio, se concluyó que “los bebés realizan movimientos significativamente más rítmicos con la música y otros sonidos rítmicamente regulares que con el habla; que exhiben cierta flexibilidad en el tempo (un tempo más rápido se asocia a un movimiento más rápido); y que el grado de coordinación rítmica con la música se relaciona positivamente con las demostraciones de afecto positivo" (un estado afectivo compuesto por emociones positivas, como la alegría, el buen humor, el optimismo, el entusiasmo y el amor).
Es decir que los bebés, ya desde los 5 meses pueden mover su cuerpo en respuesta a la música y cambiar la velocidad de esos movimientos cuando la música se acelera. Y no solo eso, sino que, además, sonríen al hacerlo, un signo que indica que lo disfrutan.
Los investigadores aclaran que no existió una sincronicidad perfecta con la música, ya que los bebés y niños pequeños tienen un control de su cuerpo muy limitado, pero sí observaron un cambio evidente del ritmo de los movimientos al hacerlos escuchar los fragmentos musicales e incluso cuando se reprodujo el sonido de un tambor sincrónico.
Beneficios de la música
Foto de RODNAE Productions en Pexels
La música tiene efectos positivos desde etapas muy tempranas de la vida. Se sabe que los bebés, ya desde la panza, reciben mucha información a través de los sonidos y que esos sonidos quedan en su memoria.
La música es un elemento que favorece e influye en el desarrollo del niño/a, afectando al plano psicomotor, cognitivo y emocional.
En cuanto al desarrollo psicomotor, existe una relación estrecha entre el movimiento y la música. Con la música el niño o la niña toman conciencia de su esquema corporal, desarrollan el sentido del ritmo, del espacio, del tiempo y su posición respecto a otros. Por otro lado, desarrollan su capacidad motora al poder realizar muchas actividades con el cuerpo cuando están moviéndose libremente al ritmo de la música: saltar, correr, caminar, girar.
En cuanto al desarrollo cognitivo, la música contribuye a desarrollar los sentidos (que son los que reciben información del entorno) y, además, favorece el desarrollo del lenguaje. La música es beneficiosa para trabajar la concentración y mejorar la capacidad de aprendizaje en matemáticas, además de facilitar el aprendizaje de otros idiomas. También desarrolla la imaginación, la inteligencia creativa, la fantasía y la vivacidad.
Finalmente, tiene una contribución al desarrollo emocional, ya que la música nos transmite emociones, sentimientos, nos recuerda experiencias pasadas. Por otro lado, la música favorece el desarrollo de la creatividad y originalidad, ya que ofrece a la niña y al niño multitud de maneras de expresarse, transmitir sus ideas y pensamientos y refuerza la autoestima, la autorrealización y la personalidad.
¡A bailar y a cantar!
Foto de Katie E en Pexels
La música tiene innumerables beneficios y estos beneficios se han descripto en todas las edades. Así que, incorporarla dentro de la rutina diaria familiar es una buena idea.
Puede estar presente de fondo, mientras hacemos otras actividades, o bien, a través del canto o instándonos a mover el cuerpo. Pero, sin dudas, generará efectos positivos para todos los integrantes de la familia.
_________________________________
Bibliografía:
García Molina, M.T. (2014). La importancia de la música para el desarrollo integral en la etapa de Infantil. Recuperado de: https://rodin.uca.es/xmlui/handle/10498/16696
Sarget, M.A. (2003). La música en Educación Infantil: estrategias cognitivo-musicales. Revista de la Facultad de Ciencias de la Educación de Albacete. Nº 18. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1032322
Zárate D, Patricia, & Díaz T, Violeta. (2001). Aplicaciones de la musicoterapia en la medicina. Revista médica de Chile, 129(2), 219-223. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872001000200015
Zentner, M., Eerola, T. (Mar 2010). Rhythmic engagement with music in infancy. Proceedings of the National Academy of Sciences, 107 (13). Recuperado de: https://www.pnas.org/content/107/13/5768.full?sid=01703e07-97e0-4219-beed-f2da2e12e431